23 de enero de 2008

Operación Galaxia. ( capítulo dos)




Oscar Fernández
Corría el año de nuestro Señor 1977, dado los cambios de orden familiar y la necesidad de trabajar para poder aportar a la familia sustento. Todos los días era un riesgo mi labor; el cobrador de Centro Químico S.A., tenía un promedio de visita de 25 a treinta clientes…

Para forjarme un mejor futuro tomé la decisión de estudiar en la nocturna y el colegio Dieguez Olaverry me quedaba a dos cuadras de mi trabajo, es decir en la 12 calle y 3 avenida zona 1 teniendo una moto típica de cobrador (125 c.)

Me tocó repetir tercero básico y luego continué con el bachillerato, eran épocas que la violencia no estaba presente como en los actuales tiempos, en esos días un asesinato era extraño en un día de la semana, ahora es extraño que no tengamos asesinatos diarios…se podría decir que mi generación fue más sana y de ello doy testimonio personal.

Pero los años pasaron en mi último grado para sacar bachillerato, la dirección nos invitó a una excursión a Huehetenango, a la cual me apunté y esperamos el mes de Julio con impaciencia ya que era el mes a realizarla, llegó la fecha y partimos en dos buses, era realmente hermoso contemplar los paisajes, por otro lado había ligado a mi compañera La Pato…una hermosa criatura con un deriere bien formado y una hermosa boca que invitaba a un beso que tuve la oportunidad de dárselo en la montaña que cuida el nacimiento del río San Juan…pero atravesar los puentes que edificó Jorge Ubico, fue toda una experiencia por la sencilla razón de que cada uno lo caminamos y ahí venía la explicación del director del plantel, fue una lección aprendida

Fue la única vez que he visitado esas hermosas tierras…pero jamás regresé en vista a la aterradora experiencia vivida en el vértice de Santiago, a escasos 15 kilómetros de la frontera con México. La primera noche se decidió ir a la feria del poblado ya que era todo un acontecimiento, con mi grupo compartimos en una palapa improvisada, deliciosos platillos de la región y desde luego una botella de ron…

Pero aquí tuvimos la primera mala experiencia ya que a eso de las doce de la noche, un tipo mal encarado y apestando a guaro, se nos acercó con palabras agresivas y pidiendo abusivamente que nosotros lo invitáramos a tomar y pagarle su cuenta, lo cual me hizo ser portavoz y defensor de mi grupo, le aclaré que no era posible tal situación.

Fue tal su ofuscamiento que sacó su arma calibre 38 de cañón largo y me la puso enfrente de mi rostro a un metro de distancia, me quede momificado, pero cuando accionó el martillo, si puse una cara de terror, el miedo me invadió, era un pánico jamás experimentado, me apuntó a la frente y entonces… ¡disparó!, solo el sonido sonoro que provocó el misil al salir del cañón del arma fue de un total caos entre nosotros, pero ocurrió

Un verdadero milagro, su brazo fue movido por un ser de otra dimensión y la bala fue depositada en el hombro de mi compañero de tragos, por cierto su nombre era Rodolfo, un excelente compañero de clases del colegio, de ahí en adelante, todo lo viví vertiginosamente, fue una madrugada triste y llena de emociones encontradas. Rodolfo se salvó, pero quién escribe esta nota quedó marcado para toda la vida.

Al día siguiente tres amigos del grupo partimos para El Cimarrón, allí la historia sería de pronóstico reservado…no apto para incrédulos, a la fecha me reservo lo que estoy por contarles que ocurrió en un agujero gigantesco de 600 metros de diámetro y 400 metros de fondo.

Antes de la llegada al lugar denominado el Cimarrón, pasamos por Chiantla, San Rafael Petzal, Unión Cantinil, Santa Ana Huista , Nentón y de ahí a una hora la cita esperada y la noche más extraña de mi vida a la fecha…
Continuará..

Encuentro con Extraterrestres.

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