Iván I Choto
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¿Prevalecerá el mandato constitucional o la imposición para disolverlo de parte de Skye Resources?
Contra la formación e inscripción del Sindicato de Trabajadores de El Estor de la Compañía Guatemalteca de Níquel, se han puesto en práctica todas las formas posibles de aniquilamiento a un derecho humano universalmente reconocido por todas las naciones democráticas.
Porque en Guatemala, se sigue considerando a la organización sindical, un crimen, una propuesta subversiva, un atentado al orden espontáneo de cooperación social, una manifestación inmoral, en suma: sindicato, sindicalista, unidad obrera es un sinónimo tácito de: Lacra social, anticristo, comunista, resentido social, “engendro maligno”, en suma un ad infinitum de adjetivos descalificativos que se pronuncian en nombre de la “armonía social”, del respeto a la propiedad privada y del elogio y veneración que se debe dispensar a la nobleza patronal.
Según el orden económico neoliberal en el que se ha embarcado la comunidad “global” ya no es posible concebir la idea de sindicato. Para los intelectuales de la teoría social y económica la idea del “conflicto” ha sido trascendida por la “cooperación”, para el mantenimiento o preservación del bienestar común. Sublime idealismo que no supera nuestra realidad social.
Pese al intento democratizador de nuestra constitución promulgada en el año 1985 en el que se plasman dos principios básicos: la supremacía constitucional y el pluralismo político, en Guatemala prevalece el resabio colonialista que impone sus caprichos sobre la ley y la dignidad de las personas.
Una de las causas que originaron el conflicto armado interno fue la consolidación de un sistema de exclusión que durante el régimen de facto del coronel Peralta Azurdia (1963-1966) se exacerbó al extremo tal que fue permitida únicamente la organización y funcionamiento de los partidos políticos anticomunistas.
No es muy diferente la realidad de hoy con la de hace 45 años, a pesar de nuestra “apertura democrática”, continua tristemente campeando la impunidad y absoluta transgresión de las leyes más elementales de convivencia humana.
Las prácticas de oposición al derecho de organización impuesta por la administración local del Proyecto Minero Fénix, han resucitado en El Estor al viejo fantasma de la exclusión, la difamación e indolencia que nos sometió durante 36 años de guerra.
Si los directivos de Skye Resources tienes razones superiores al precepto constitucional para que nos impidan el derecho de organización sindical, es momento que lo manifiesten o justifiquen los motivos de por qué no pone un alto a las picardías disfrazadas de lloriqueos de su encargado de recursos humanos que en su celo de anti-sindicalista radical –tal como el lo confiesa- reúne a los trabajadores para conminarlos a desistir de su intento de organizarse.
Para nadie es desconocido que el proyecto minero Fénix requiere de un comprador para desarrollar su fase de explotación. Durante el pasado 2007, una de las prioridades se enfocó en este objetivo. Sin embargo, ahora se utiliza como argumento falaz el inminente fracaso del proyecto o dilatación de objetivos de la fase de reconstrucción y de exploración por causa de la crisis en el mercado bursátil y además –lo que se inculca en los trabajadores y las personas- por las dificultades que está creando la conformación del sindicato
En perspectiva, ¿la oposición al sindicato se debe a que pueda afectar el precio de compra? ¿O es que refleja una dificultad en el manejo de los asuntos de responsabilidad social empresarial que afectan sus proyecciones financieras? Son cuestionamientos que solo puede responder Skye Resources, pero que lamentablemente nunca ha querido dar declaraciones objetivas.
A pesar de un equipo experimentado y de alta calidad técnica, profesional y humana que ha dirigido proyectos con otras empresas en Canadá, Indonesia, Nueva Caledonia, Chile, Colombia, Venezuela y otros, Skye Resources se creó para intentar en Guatemala su primer proyecto.
Sin embargo, toda esa experiencia y alta calidad técnica, profesional y humana no encontró su complemento idóneo y eficaz en Guatemala, amen de algunas honrosas excepciones de las cuales unas pocas continúan y otras fueron excluidas más por celos, deslealtad y luchas de poder interno que porque hubiesen fallado como personas o profesionales.
Sin ambages, la falla es congénita, hubo un descuido en el proceso de parto y el “recién nacido”, ha afrontado profundas dificultades desde sus primeros días y cuando aun no ha superado la infancia lo han agobiado, invasiones, desinformaciones, lisonjeras, picardías, corruptelas, traiciones y maldades de taimados administradores que lo enfermaron de desconfianza pública.
Las recetas de salarios desproporcionados para la élite administrativa, las codicias en la asignación de contratos selectivos, nepotismo, displicencia hacia la voluntad de las comunidades dan respuesta a la necesidad latente que ha permanecido para organizar la protección de los derechos económicos y sociales de los trabajadores.
Dos asuntos son vitales en el recate de la ansiada armonía que es necesaria para un beneficio mutuo:
1. La reinstalación de al menos dos personas de las cinco que fueron despedidas
2. La permanencia del sindicato de trabajadores
¿Representa una desventaja para el proyecto la re-instalación?, ¿Qué argumentos legales la invalidan? ¿O detrás del objetivo de no re-instalación subsiste el mecanismo psicológico disuasivo que debilite al sindicato?
¿Qué es menos oneroso, que se instale el sindicato y a partir de allí discutir un pacto colectivo en el que se busquen acuerdos de beneficio mutuo?, ¿o suprimirlo por la fuerza, los mecanismos de compensación e influencia, pisoteando el orden constitucional y las leyes del país?
Es menester aconsejar al encargado de recursos humanos de El Estor, que a la luz de nuestros derechos humanos laborales, si tiene mucho de que hablar con el sindicato, muy a pesar de su sentimiento anti- sindicalista que lo hace pregonar que ya tiene una resolución del juez en contra del sindicato y además la manera irrespetuosa en que respondió a uno de los trabajadores, diciendo: “que no tiene nada de que hablar con sindicalistas”.
Contra la formación e inscripción del Sindicato de Trabajadores de El Estor de la Compañía Guatemalteca de Níquel, se han puesto en práctica todas las formas posibles de aniquilamiento a un derecho humano universalmente reconocido por todas las naciones democráticas.
Porque en Guatemala, se sigue considerando a la organización sindical, un crimen, una propuesta subversiva, un atentado al orden espontáneo de cooperación social, una manifestación inmoral, en suma: sindicato, sindicalista, unidad obrera es un sinónimo tácito de: Lacra social, anticristo, comunista, resentido social, “engendro maligno”, en suma un ad infinitum de adjetivos descalificativos que se pronuncian en nombre de la “armonía social”, del respeto a la propiedad privada y del elogio y veneración que se debe dispensar a la nobleza patronal.
Según el orden económico neoliberal en el que se ha embarcado la comunidad “global” ya no es posible concebir la idea de sindicato. Para los intelectuales de la teoría social y económica la idea del “conflicto” ha sido trascendida por la “cooperación”, para el mantenimiento o preservación del bienestar común. Sublime idealismo que no supera nuestra realidad social.
Pese al intento democratizador de nuestra constitución promulgada en el año 1985 en el que se plasman dos principios básicos: la supremacía constitucional y el pluralismo político, en Guatemala prevalece el resabio colonialista que impone sus caprichos sobre la ley y la dignidad de las personas.
Una de las causas que originaron el conflicto armado interno fue la consolidación de un sistema de exclusión que durante el régimen de facto del coronel Peralta Azurdia (1963-1966) se exacerbó al extremo tal que fue permitida únicamente la organización y funcionamiento de los partidos políticos anticomunistas.
No es muy diferente la realidad de hoy con la de hace 45 años, a pesar de nuestra “apertura democrática”, continua tristemente campeando la impunidad y absoluta transgresión de las leyes más elementales de convivencia humana.
Las prácticas de oposición al derecho de organización impuesta por la administración local del Proyecto Minero Fénix, han resucitado en El Estor al viejo fantasma de la exclusión, la difamación e indolencia que nos sometió durante 36 años de guerra.
Si los directivos de Skye Resources tienes razones superiores al precepto constitucional para que nos impidan el derecho de organización sindical, es momento que lo manifiesten o justifiquen los motivos de por qué no pone un alto a las picardías disfrazadas de lloriqueos de su encargado de recursos humanos que en su celo de anti-sindicalista radical –tal como el lo confiesa- reúne a los trabajadores para conminarlos a desistir de su intento de organizarse.
Para nadie es desconocido que el proyecto minero Fénix requiere de un comprador para desarrollar su fase de explotación. Durante el pasado 2007, una de las prioridades se enfocó en este objetivo. Sin embargo, ahora se utiliza como argumento falaz el inminente fracaso del proyecto o dilatación de objetivos de la fase de reconstrucción y de exploración por causa de la crisis en el mercado bursátil y además –lo que se inculca en los trabajadores y las personas- por las dificultades que está creando la conformación del sindicato
En perspectiva, ¿la oposición al sindicato se debe a que pueda afectar el precio de compra? ¿O es que refleja una dificultad en el manejo de los asuntos de responsabilidad social empresarial que afectan sus proyecciones financieras? Son cuestionamientos que solo puede responder Skye Resources, pero que lamentablemente nunca ha querido dar declaraciones objetivas.
A pesar de un equipo experimentado y de alta calidad técnica, profesional y humana que ha dirigido proyectos con otras empresas en Canadá, Indonesia, Nueva Caledonia, Chile, Colombia, Venezuela y otros, Skye Resources se creó para intentar en Guatemala su primer proyecto.
Sin embargo, toda esa experiencia y alta calidad técnica, profesional y humana no encontró su complemento idóneo y eficaz en Guatemala, amen de algunas honrosas excepciones de las cuales unas pocas continúan y otras fueron excluidas más por celos, deslealtad y luchas de poder interno que porque hubiesen fallado como personas o profesionales.
Sin ambages, la falla es congénita, hubo un descuido en el proceso de parto y el “recién nacido”, ha afrontado profundas dificultades desde sus primeros días y cuando aun no ha superado la infancia lo han agobiado, invasiones, desinformaciones, lisonjeras, picardías, corruptelas, traiciones y maldades de taimados administradores que lo enfermaron de desconfianza pública.
Las recetas de salarios desproporcionados para la élite administrativa, las codicias en la asignación de contratos selectivos, nepotismo, displicencia hacia la voluntad de las comunidades dan respuesta a la necesidad latente que ha permanecido para organizar la protección de los derechos económicos y sociales de los trabajadores.
Dos asuntos son vitales en el recate de la ansiada armonía que es necesaria para un beneficio mutuo:
1. La reinstalación de al menos dos personas de las cinco que fueron despedidas
2. La permanencia del sindicato de trabajadores
¿Representa una desventaja para el proyecto la re-instalación?, ¿Qué argumentos legales la invalidan? ¿O detrás del objetivo de no re-instalación subsiste el mecanismo psicológico disuasivo que debilite al sindicato?
¿Qué es menos oneroso, que se instale el sindicato y a partir de allí discutir un pacto colectivo en el que se busquen acuerdos de beneficio mutuo?, ¿o suprimirlo por la fuerza, los mecanismos de compensación e influencia, pisoteando el orden constitucional y las leyes del país?
Es menester aconsejar al encargado de recursos humanos de El Estor, que a la luz de nuestros derechos humanos laborales, si tiene mucho de que hablar con el sindicato, muy a pesar de su sentimiento anti- sindicalista que lo hace pregonar que ya tiene una resolución del juez en contra del sindicato y además la manera irrespetuosa en que respondió a uno de los trabajadores, diciendo: “que no tiene nada de que hablar con sindicalistas”.
1 Comentarios:
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