19 de diciembre de 2007

Piel de cocodrilo.



Por: Oscar Fernández
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Me encontraba en la región de las tres bahías, Amatique, Gálvez y La Graciosa.

La noche se presentó apacible, el viento había amainado y los preparativos para celebrar el cumpleaños del mayor de la comarca comenzaron con una espectacular visión de luces por todo lo alto, me impresionó que los cohetillos se dejaron escuchar por más de veinte minutos, el cielo se cubrió de estrellas artificiales, la luna lucía tímida esa noche, apenas sonreía, un pedazo de queso se comería esta noche el gato.

Cómo es mi costumbre al llegar a estas tierras benditas de Dios, pero asediadas por el diablo, me hospedé en el lugar de mi predilección, el Hotel del Norte; mi habitación de costumbre la número 19, sin televisión, sin radio, sin distracciones, únicamente mi mente dispuesta a crear.

La operación naviera está noche había muelle con tres mercantes, parecía un festival de luces rutilantes, me agradó pensar que nuestra bella tierra en medio de su problemática tiene números altos en exportación e importación. Lo que no es bueno es la prepotencia de la empresa que administra la operación naviera, no apoya en mucho al pueblo, las calles están en ruinas y con los enormes ingresos que tienen en un ejercicio contable debería de tributar más, así lo digo por experiencia propia, me ocurrió que tuve que caminar por la zona para llegar a la reunión en la cual estaba invitado pero me llevé un par de zapatos finísimos de piel de cocodrilo, un regalo de un pariente que vive en Europa y al transitar me vi obligado a caminar puro loro en lámina caliente, despacio y cuidadosamente, la verdad llegué al lugar después de auxiliarme un amigo en una motocicleta, pero el daño ya lo había hecho, hasta la placa de bronce en la suela (genuina piel) se desprendió.

No entiendo como el pueblo de Barrios soporta semejante situación, es doloroso pero las autoridades lejos de apoyar en sus respectivas administraciones a la fecha han venido heredando problemas pasados, lo triste del caso que se escudan en ello y al verse impotentes optan por lo más fácil, no hacer mayor cosa y simplemente enriquecerse.

La ironía fue que asistí al onomástico del Alcalde en funciones y allí se disfrutó de una cena exquisita una fuente de liquido ámbar se sirvió toda la noche, la espuma de la cerveza se miraba por todos los rincones y las conversaciones fueron chuscas y de tono pintoresco a veces con una marcada picardía.

Se vivió una velada espectacular, hasta noche de muertos vueltos a la vida se realizó, la santería y el vudú es muy común en estos parajes, pero jamás entenderé como creen en semejantes charlatanes, lo lindo que me ocurrió, fue tener un encuentro con una mujer de condición humilde, pero con una fe que me asombró, a la vera de un frondoso árbol por espacio de tres horas compartimos bellos pasajes bíblicos y testimonios de nuestras vidas , ella lloró y me emocionó, le conté de mi soledad y ella me abrazó, pero al final me hizo un comentario que me dejo perplejo.

¡Señor! ¡Señor! quiero decirle que jamás he leído un libro, apenas sé leer palabras de cuatro letras y lo que me agrada es cantar.

Lo único que de corazón me nació decirle fue “Amelia, a partir de Enero 2008, vendré a visitarla y le voy a enseñar a leer”.

Es una promesa, debe de tener acceso a otro nivel a otro mundo- lo aceptó y al ver las agujas de mi reloj eran las tres de la madrugada, el gélido clima comenzaba a sentirse; me despedí de ella pero en el fondo supe que solo Dios podía permitir la maravilla de juntar a un Erudito y a una analfabeta, los dos nos llevamos lecciones maravillosas...fue algo especial...

“Sabían que la primera casa Cervecera se fundó en México en 1543” (hago comentario de este dato ya que fue el 12 de Diciembre, es decir casi 410 años en América.)
La fiesta seguía entre demonios y libadores todo se permitía, me sorprendió ver a un amigo del barrio y cercano al Mayor de la Comarca, salir con una borrachera que al pasar frente a nosotros nos dejo el vaho y la estela de tufo a cerveza.

La señora con quien conversaba se llama Amelia, lucía una mirada triste, un rostro ajado por el Sol y el tiempo, cansado por los afanes y preocupaciones. Su sencillez es su corona, su pobreza su reino.Un reinado digno de amor y misericordia, pocas veces en mis cincuenta años he visto alguien tan llena de paz y amor como está mujer.

Pero no puedo dejar de escribir sin decirles a mis lectores que mis intenciones al principio no eran del todo honorables, la necesidad de mujer es natural y un hombre que mantiene celibato por espacios largos le ataca lo animal, afortunadamente cambiaron las circunstancias y en medio de la algarabía y lujuria que manifestaban los comensales en la reunión, pude respetar la ocasión.

La vigilia en que se convirtió nuestra plática, tuvo un tercer invitado....fue algo realmente hermoso.

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