24 de diciembre de 2007

Tenía miedo

Por René Rodas
A la soledad
Al fracaso
A la opinión de la gente sobre mí
A ser rechazado
A padecer dolor físico
Al sufrimiento espiritual
A la verdad
A la muerte prematura
Al odio
A actuar de manera ridícula
A que llegara la vejez
A las noches oscuras
A la ausencia de un amor.

Con el correr de la vida, aprendí a querer a mis semejantes y a mi mismo.
Acepté la soledad como la musa inspiradora y la compañía perfecta para el espíritu.
Comprendí que fracasado es quien no lo intenta.

Advertí que de cualquier manera, otros opinan de alguna manera y que lo principal es la confianza y la opinión que se tiene de sí mismo.
Acerté que con fe y esperanza, crece el espíritu a través de cualquier padecimiento.

Descubrí que la verdad lastima menos que la mentira por dura que sea.
Experimenté que los sentimientos son pasiones que cambian de estado.
Percibí que también puedo reírme de mi mismo.

Reconocí que el tiempo y la experiencia traen consigo la sabiduría.
Descubrí que es necesaria la oscuridad para contemplar las estrellas.
Recibí la revelación de un Ángel que aún en la distancia me ama y me piensa.

2 Comentarios:

Anónimo dijo...

René,
Tu memorándum me ha dado la pauta para reflexionar en las etapas de nuestro crecimiento personal.
En la infancia nos encontramos con un mundo radicalmente nuevo, dependemos de nuestros tutores al máximo.
En la niñez descubrimos todo, sufrimos y disfrutamos a causa de nuestros descubrimientos.
En la adolescencia experimentamos la vida de un punto de vista heroico, queremos ser todo.
En la juventud creemos que sabemos todo y que la felicidad se encuentra en un escaparate de donde se puede obtener cuando plazca
A nuestra edad, la mejor parte de nuestras mocedades, estamos conscientes que la felicidad la definimos nosotros mismos. Y como dices, importa más el concepto que tenemos de nosotros mismos que la opinión de los demás. Hacemos cuentas de lo que hemos aprendido, y una de las mejores lecciones ha sido el poder manejar la verdad ante todo. La experiencia ha pasado a ser otra virtud. Somos tan importantes nosotros como nuestros semejantes. Ahora estamos dispuestos más que nunca a dar intensamente y a recibir plenamente al amor en sus diversas facetas. Así que gracias René por tu composición, es apropiada para esta época de reflexión y autoanálisis.
BlueBird.

Anónimo dijo...

Estoy intentando hacer comentarios pero no se cómo, perdonen si este sa va así