26 de enero de 2008

Operación Galaxia (parte cuatro)




Por: Oscar Fernández
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Al llegar a nuestro destino, por un breve tiempo hubo un silencio total, el paisaje que teníamos enfrente de nosotros sencillamente era único, sobrecogedor y podría decirse que un poco aterrador.

Me acerqué con mucho cuidado al precipicio, casi arrastrándome, allí supe que las alturas me provocaban pánico, tembloroso llegué con dificultad a la orilla donde estaban enquistadas un promontorio de rocas, al ver el inmenso agujero, me provocó vértigo y me paralizó completamente, no daba crédito a tanta formación geológica, afortunadamente las rocas eran la cornisa que me separaba del fondo del hoyo, calculé unos 400 metros de profundidad. El diámetro llegaba a unos 600 metros aproximadamente. Sin temor a equivocarme, creo que es un sitio único en Centro América, casi pertenece a México ya que se encuentra a 15 kilómetros en carro de la frontera.

Al ver el fondo del agujero, hoyo o formación ciclópea, pude ver un bosque frondoso y espeso que seguramente era alimentado por corrientes subterráneas, ya que presentaba buen aspecto. Nuevamente la impresión del lugar provocó que sintiera que se me estrellaba en el rostro todo el bosque. A tal punto que me retiré con la debida precaución del lugar donde me encontraba. Pero algo si puedo asegurarles, jamás será lo mismo estar a que te lo cuenten…la emoción, el sentimiento que provoca es absolutamente único…irrepetible.

Mis amigos se comportaban como un par de niños, Pascal caminaba peligrosamente por la orilla entre las piedras y alzaba la voz provocando malestar al momento especial que todos sentíamos. Pero él era así, controlado, frío, ecuánime y manejaba una seguridad en su temple que hasta daba miedo. Siempre me pareció un ser de otro planeta, no era humano, a veces sus actitudes eran tan intensas y calculadoras que siempre supuse que era de otro planeta…lejos estaba de imaginarme de que en un par de horas, al filo de la media noche tendría el encuentro más grandioso que jamás había tenido….

De pronto me hice una pregunta ¿Quién hizo semejante agujero?. Las respuestas las fui anotando a lo largo de treinta años… mis investigaciones después del contacto con la nave espacial de proporciones impresionantes que estoy por relatarles.

De pronto el guía extendió un brazo señalando al fondo del agujero donde volaba un ave en círculos, explicó que los remolinos de viento se dan dentro del hoyo. En ese instante reparé en las paredes que parecería que alguien o algo lo trabajaron con equipo de alta tecnología… pero mis observaciones me servirían mucho mas adelante.

Cómo siempre he dicho, todos somos actores en este inmenso teatro llamado tierra, el indio, nuestro guía en un acto sin precedente y acrobático, saltó a las rocas que servían de cornisa en el espectáculo que nos mostraba al ver las fallas geológicas, se puso de espaldas al abismo, sirviéndole de escenario y promulgó su perorata con voz de barítono, con la colima en el cinturón y extendiendo sus brazos comenzó a contar las leyendas entretejidas por los lugareños y los visitantes esporádicos que se daban a lo largo de muchos años.

La historia de Pancho Villa y sus rebeldes que decidieron tirar el oro y la plata con todo y las mulas al abismo, fue grandioso escucharlo y los caza fortunas que han venido a investigar y los que llegaron a bajar pero pagando un precio muy alto en vista que se enfermaron de cáncer y otros pararon locos o visitando a psiquiatras. La leyenda del espíritu que cuida el lugar dándole la paz que se respira y los demonios que acechan y hasta han provocado accidentes a los que osan como nosotros a llegar a este lugar.

Después de mi experiencia con la nave interplanetaria de un diámetro de 500 metros de eslora por unos 150 metros de manga o altura que se vino a colocar en el hoyo a manera de puerto de embarque y quedó escondida disimulando todo su inmenso poder y extraña forma...

Continuará...

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