Gil Zu
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Tengo presente a muchos niños, algunos llorando y otros riendo. Ni la sonrisa ni el llanto son diferentes en los niños. Juegan, sufren y sonríen.
Rufino fue creciendo en completa miseria, sin zapatos ni ropa para cambiarse, la relación con la madre era escasa ya que ella trabajaba como sirvienta cuando él tenía 6 años. Sus patrones eran propietarios de una panadería y a su corta edad un día decidió ayudar, aun con la desconfianza de la patrona puso manos a la obra. Al terminar la jornada la dueña se dio cuenta de su buen rendimiento y en vez de gratificarlo con algo le dijo: - Sos un cabrón para trabajar. Te espero mañana.
Rufino se retiró triste:
Cuando la madre dejó ese trabajo tuvo problemas para conseguir otro pues cuando miraban a Rufino la rechazaban y decidió llevar su hijo donde unos familiares que vivían en Las Tapias en Guatemala, su estadía no duró mucho y la mamá lo llevó a otra casa de familiares en Amatitlán con un tío que negociaba café. Tampoco lo quisieron tener más tiempo y fue llevado con la Tía Josefa en el sector de Santa Marta (1944)
La casa de la tía Josefa estaba cercana al cementerio general y el esposo (Don Jesús) fabricó dos cajas para lustrar zapatos las cuales obsequió, una a su hijo Ernesto y la otra a Rufino.
Con aquella caja principió a sentirle sabor al dinero que ganaba y con ello ayudaba en los gastos de la casa. Un día se encaminaron a la Base Militar en La Aurora donde pudieron divisar a militares guatemaltecos mezclados con norteamericanos, a consecuencia que había finalizado la Segunda Guerra Mundial. Los soldados norteamericanos le dieron un dólar a cada uno y como esto provocó asombro, uno de los oficiales guatemaltecos les dijo que los podían cambiar en el aeropuerto.
Rufino y Ernesto dormían en la cocina en un colchón de paja, pero una mañana despertaron en horas de la madrugada por el ruido de metralletas y cañones. La gente corría de un lado a otro. Vieron desde la ventana un camión lleno de personas armadas que gritaban: VIVA LA REVOLUCION! Era la madrugada del 20 de octubre de 1944.
Continuará........
Guatemaltecos Emigrantes que viven en Estados Unidos les pido que manden sus comentarios a la revista: www.megachapines.com o al Grupo de Escritores Mexicano-Guatemaltecos Emigrantes: saker_ti@yahoo.es.
Esta columna está a la disposición de ustedes, de la juventud universitaria en Guatemala,los jóvenes ubicados en Asentamientos Humanos y en lugares remotos del país.
La historia anterior es verídica y trata de un Emigrante que llegó a Estados Unidos para quien el sueño americano se convirtió muchas veces en una pesadilla.
Tengo presente a muchos niños, algunos llorando y otros riendo. Ni la sonrisa ni el llanto son diferentes en los niños. Juegan, sufren y sonríen.
Rufino fue creciendo en completa miseria, sin zapatos ni ropa para cambiarse, la relación con la madre era escasa ya que ella trabajaba como sirvienta cuando él tenía 6 años. Sus patrones eran propietarios de una panadería y a su corta edad un día decidió ayudar, aun con la desconfianza de la patrona puso manos a la obra. Al terminar la jornada la dueña se dio cuenta de su buen rendimiento y en vez de gratificarlo con algo le dijo: - Sos un cabrón para trabajar. Te espero mañana.
Rufino se retiró triste:
Cuando la madre dejó ese trabajo tuvo problemas para conseguir otro pues cuando miraban a Rufino la rechazaban y decidió llevar su hijo donde unos familiares que vivían en Las Tapias en Guatemala, su estadía no duró mucho y la mamá lo llevó a otra casa de familiares en Amatitlán con un tío que negociaba café. Tampoco lo quisieron tener más tiempo y fue llevado con la Tía Josefa en el sector de Santa Marta (1944)
La casa de la tía Josefa estaba cercana al cementerio general y el esposo (Don Jesús) fabricó dos cajas para lustrar zapatos las cuales obsequió, una a su hijo Ernesto y la otra a Rufino.
Con aquella caja principió a sentirle sabor al dinero que ganaba y con ello ayudaba en los gastos de la casa. Un día se encaminaron a la Base Militar en La Aurora donde pudieron divisar a militares guatemaltecos mezclados con norteamericanos, a consecuencia que había finalizado la Segunda Guerra Mundial. Los soldados norteamericanos le dieron un dólar a cada uno y como esto provocó asombro, uno de los oficiales guatemaltecos les dijo que los podían cambiar en el aeropuerto.
Rufino y Ernesto dormían en la cocina en un colchón de paja, pero una mañana despertaron en horas de la madrugada por el ruido de metralletas y cañones. La gente corría de un lado a otro. Vieron desde la ventana un camión lleno de personas armadas que gritaban: VIVA LA REVOLUCION! Era la madrugada del 20 de octubre de 1944.
Continuará........
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2 Comentarios:
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