22 de enero de 2008

A los matrimonios.



Hugo Leonel García Montenegro
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Nuestros pensamientos, o modos de pensar, se moldean a través de nuestra experiencia de la vida en el mundo, (este siglo o tiempo) y Jesús nos dice:
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2.

Los pensamientos y proyectos para la vida, forjan de alguna manera nuestro comportamiento y nuestras actuaciones, las cuales deben ser tales que lleven felicidad a los que viven con nosotros, principalmente al cónyuge y a los hijos, a quienes decimos amar y que son merecedores de todo sacrificio (amor del espíritu), por lo que la transformación de nuestro entendimiento es una tarea que debemos esforzarnos en realizar. También Jesús nos dice como: derribando argumentos (para amparar nuestro mal comportamiento) y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 2 Corintios 10:3.

Si nuestros pensamientos obedecen a Cristo y no al mundo nuestro comportamiento ha de cambiar a la forma en que debemos hacerlo. Para poder obedecer a alguien, necesitamos conocer la voluntad de ese alguien, por ello el Señor manda:
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; Juan 5:39.
La importancia de la vida eterna en cuanto a nuestras actitudes, es que si la obtenemos, la comenzamos a disfrutar desde ahora y ello se refleja en nuestro comportamiento, lleno de paz (de Cristo) y gozo, lo que bendice a los seres humanos que nos rodean o familia.

El argumento común que se esperaría de los involucrados en un matrimonio, ante lo planteado es: "Ah sí, ¿y por qué he de ser yo el que cambie y no el otro?, si yo soy… etc.(una lista de nuestras virtudes)". La pura verdad es que al único ser humano que cada uno de nosotros puede modificar es a uno mismo, jamás seremos capaces de imponerle nuestra voluntad al comportamiento de otro adulto, por ello Jesús dice:
¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. Mateo 7:5.

El Señor indica también como debe ser la estructura del hogar a la que ambos cónyuges deben ceñirse
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, Efesios 5: 22 a 25.

Estos versículos nos presentan una interesante analogía respecto a la relación matrimonial, compara a la cabeza con el marido y al cuerpo con la mujer:
La cabeza dirige los movimientos del cuerpo cuidando que este no se lastime por ningún motivo, o se exponga a ser lastimado por un agente externo. Es claro que para que esta protección pueda manifestarse, el cuerpo obedece a la cabeza en todo. De la misma manera, según Dios lo manda, el marido es director y protector de la mujer, pero ella debe obedecerle en todo. Cabeza y cuerpo son una sola carne, al igual que marido y mujer, lo cual debiera impedir que se separen, pues entonces el matrimonio muere y los tiernos e inocentes hijitos, que no pueden impedirlo, por más lagrimas que derramen y angustias que manifiesten, y a las que en la mayoría de los casos, los cónyuges suelen ser insensibles.

Un nuevo matrimonio puede ayudarnos a sobrellevar nuestra soledad, pero de ninguna manera desaparecen los compromisos con los hijos de un matrimonio anterior, ni elimina necesariamente los conflictos con el ex-cónyuge (por el cumplimiento de una pensión, por ejemplo), tampoco significa necesariamente que con el nuevo cónyuge la situación será mejor, podría ser aún peor. Un nuevo trabajo no siempre es perfecto comparado con el anterior, muchas veces es peor.

La mujer desea ser amada tiernamente y el marido obedecido, pero cabe preguntarse: ¿Cómo puede amarse tiernamente a una mujer agria, rebelde, dominante, abusiva y pendenciera? ¿Cómo puede amarse y obedecerse a un varón grosero, desconsiderado y despótico?

Si nos casamos para vivir juntos, amándonos con sacrificio y ternura, para procrear y cuidar de los hijos, pensando en un hogar idealmente perfecto, donde todo sería color de rosa, debiéramos esforzarnos en lograrlo, aportando cada uno, en obediencia a Dios, lo que a cada uno corresponde, aunque ello signifique que debamos sacrificar una parte de nuestro yo, emulando el sacrificio de Cristo por nosotros. Puede lograrse pero, no hay otra forma que no sea el sometimiento a la voluntad de Dios, dejando de lado nuestros pensamientos y voluntad.

NOTA: El escritor de este Artículo ha escrito también el libro ALMA-ESPIRITU-FE-AMOR-MATRIMONIO, que se encuentra de venta en alrededor de 40 librerías de la capital y que contiene cantidad de otros argumentos y temas. Para pedirlo por correo desde cualquier lugar de la República, o para más información por favor llame al 2434-7817 o escriba a hugamonte@yahoo.com

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