Carlos E. Wer
quiquewer@yahoo.com.mx
El 18 de Junio de 1,954, 250 hombres armados, entre guatemaltecos, soldados de fortuna extranjeros y centroamericanos, invadían nuestra frontera desde Honduras. Después de quince días de una campaña de divulgación y amedrentamiento, orquestada desde la misma Embajada de los Estados Unidos por el Embajador John Peurifoy, el 3 de julio entraba triunfal el “Ejército de Liberación”, representado por su máximo líder Coronel Carlos Castillo Armas, quién había sido escogido por el Departamento de Estado, la CIA estadounidense y la United Fruit Company, para comandar las “fuerzas que liberarían del comunismo” a nuestra Patria.
A cuarenta y ocho años de distancia de aquellos ‘malhadados días, mucha tinta ha corrido, permitiendo proyectar luz sobre un hecho que fue durante muchos años prácticamente oculto. Sin embargo, estudiosos e investigadores, especialmente estadounidenses, han empleado tiempo revisando los documentos que amparan la verdad del “régimen comunista” del Coronel Arbenz, De Pietro Gleijeisses y la Universidad de Princenton; Cdiehelsky Marta y la Universidad de Columbia, Stephen Schlessinger y Stephen Kinser R Inmmermau; Universidad de Texas; a través de las biografias de Eisenhower; de Peunofoy; de Thomas Mcann, el relacionista de la UFCO encargado de la campaña contra el gobierno de Arbenz, quien escribe un libro llamado “Una compañía americana, La Tragedia de la United Fruit Company”; de la publicación del Le Monde francés del 4 de agosto de 1,954 que identifica “la presencia invisible” de los Estados Unidos detrás del “Pequeño Coronel Guatemalteco”, nombre con el que aparece el artículo en cuestión, en su primera página; de las confesiones de los agentes Haney y Hunt de la CIA en una entrevista con Night Line de la TV estadounidense y más tarde como escritores.
De los 3.000.000 de acres de tierra que la United Fruit Company poseía, solamente sembraba 139,000, datos que de por si justifican uno de los programas del gobierno de Arbenz y reactualizado en el presente período. El poder de la compañía frutera iba en aumento. A la par de su influencia política que dio lugar al mote de “El pulpo”, ya que eran dueños de la Tropical Radio and Telegraph; de la “Gran Flota Blanca” que los convertía en la única compañía que podía transportar carga marítima a los Estados Unidos y, “para cerrar el circulo”, de la International Raiways of Central América “la IRCA que ejercía el mismo monopolio en el transporte terrestre hacia Puerto Barrios, en el Atlántico, el que también controlaban.
El trabajo especialízado de Thomas McCann, tendría un propósito específico: convencer al mundo de que “una cabeza de playa del comunismo” se establecía en Guatemala. Llegado al poder Eisenhower, John Foster Dulles es nombrado Secretario de Estado y su hermano Allen Director de la poderosa CIA. Este “círculo de fuego” se completa con el General Cutler Director del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, John McCoy Alto Comisionado para Alemania y luego presidente del Banco Mundial; los hermanos Cabot Lodge, uno Sub-Secretario de Estado para la América Latina y el otro, el embajador de su país en la ONU y Ed Withrnan, esposa del Relacionista de la UFCO, secretaria personal de Eisenhower. Todos ellos en estrecha relación con la Uníted Fruit Cornpany.
Cada uno de los autores aporta el producto de sus investigaciones. Pietro Gtejeisses , a quien le llevara lO años el recopilar material y el único entre ellos que cuenta entre sus fuentes a la gubernamental guatemalteca, deja en claro y con documentación suficiente el ambiente traición que prevalecía entre la cúpula militar, especialmente la de los coroneles Carlos Enrique Diaz Jefe de las Fuerzas Armadas (quién sucediera al Coronel Arhenz), José Angel Sanchez Ministro de la Defensa; Enrique Parinello de León Jefe del Estado Mayor, el Comandante de la Fuerza Aérea Luis Girón y el Presidente del Consejo Superior Carlos Sarti, quienes se reúnen el 27 de Junio en la casa del primero y toman la decisión de que “Jacobo debe irse”.
En refuerzo de esa decisión, que había sido antecedida por la entrevista entre el canciller Toriello y el Embajador de los Estados Unidos, durante la cual el canciller por su propia inciativa le peguntaba “que si era aceptable para él, el que Arbenz fuera reemplazado por una junta militar que no fuera encabezada por Castillo Armas, añadiendo que si Washington lo decidiera, el renunciaría, reiterándole el hecho de que siempre habla sido muy anticomunista”.
Ni lerdo ni perezoso, Díaz se comunicaba ese mismo momento, pidiéndole al Embajador Peurifoy una reunión urgente, El embajador vio la oportunidad para inclinar la balanza definitivamente, a una situación en la que tardanza jugaba en contra de los intereses de los estadounidenses, ya que la ONU había enviado una comisión que comprobaría “in situ” la invasión. El mismo embajador Peurifoy se apersona en la casa de Díaz, haciéndose acompañar de los coroneles Martin y MacComiick y del subjefe de misión.
Díaz, quién llevaba la voz cantante, le indicó que ellos forzarían a Arbenz a renunciar que él seria el Presidente y que se comprometían a declarar ilegal al Partido Comunista y exilar a sus líderes, Que lo único que pedían era que, habiendo sido abierta una comunicación “directa entre Washington y Guatemala, ya no les era necesario seguir apoyando a Castillo Armas, que Guatemala seria estable, anticomunista y pro americana, Mañosamente Peurifoy les respondió que lo primero lo aceptaba, que lo segundo “lo discutirían después”, después que nunca llegaría.
En realidad, esta parte de la historia nacional, la cual nos ha sido prácticamente cercenada, se convierte en apasionante cuando nos adentramos en su investigación y en la medida en que documentos oficiales de los países que intervinieron en el conflicto se han hecho públicos
Urgidos por Peurifoy a actuar inmediatamente “para evitar que los comunistas huyan” se dirigieron a Casa Presidencial. Arbenz tenía fama dentro de las filas de las Fuerzas Armadas de ser un oficial con altas cualidades unidas, valiente, además, poseedor de un recio carácter, lo que hacía temer al Coronel Carlos Enrique Díaz la reacción del presidente; así que instruyó a otro traidor, el Coronel José Ángel Sánchez, ya que eran considerados los mejores amigos de Arbenz, a que si no salían en un tiempo prudente usaran la artillería.
La soledad del presidente, rodeado de traidores, en donde el Coronel Monzón y el Coronel Dubois jugaban sus propias cartas y sus “amigos”, unos ya se había asilado, como Aldana Sandoval y otros complotaban contra él, lo hizo derrumbarse ante la zalamera farsa de Díaz quién expresó las intenciones de Peurifoy, no las propias, prometiendo que haría pública su renuncia a las 9 p.m.
La tragedia que viviera Guatemala desde que la iglesia Católica fuera utilizada por los Estados Unidos para dividir la población, polarización que se mantiene aún hasta nuestros días, es iniciada por la “solicitud” del cardenal Spelllman de Chicago, quién se comprometió seriamente después, en los turbios negocios del Banco Lambrosiano, para que apoyase el movimiento de la Liberación, solicitud que fuera prontamente respondida por Rossell, quien el 9 de abril manda leer en cada iglesia del país su famosa Pastoral, en la que prácticamente invita al pueblo guatemalteco a rebelarse contra el enemigo de Dios y del país. Pastoral que es publicada por los periódicos de oposición, radios, radioperiódicos etc.
La inmovilidad en que había caído la invasión antes de la “traición de los Coroneles”, preocupaba a Peurifoy que no comunicaba avances al propio Departamento de Estado. y también al prelado fanático, quién el 21 de Junio se había dirigido al Embajador Peurifoy solicitando la “directa intervención de los Estados Unidos”.
Guatemala desde entonces ha estado dando tumbos en un trágico va y viene, con la oposición de los que “van o de los que vienen”, negándosele a su pueblo la posibilidad de acceder al beneficio de sus riquezas. A pesar de la importancia que estos jirones de nuestra historia tienen para el país, su conocimiento no es patrimonio de su población, no lo es siquiera motivo para que en nuestros libros de texto se exponga, que esta tragedia de la que no acaba de “salir” nuestro pueblo, es consecuencia directa de él, Menos aún lo es el considerado como “el último hecho de este ciclo nacional” y que ha sido declarado por el Congreso de la República como Día de la Dignidad Nacional”.
El día que la CIA fuera derrotada
Una nueva y más amplia dimensión ha sido añadida a la ya heroica gesta que la Compañía de Caballeros Cadetes del 2 de Agosto de 1954 escribiera en los campos del Roosevelt. La extensa bibliografía que relata los entretelones de la intervención estadounidense en Guatemala, los documentos desclasificados, los testimonios de actores entre ellos agentes de la CIA y las mismas biografías, tales como las del presidente Eisenhower, la de John Foster Dulles y el mismo John Peurifoy el específicamente Embajador enviado por la administración estadounidense a “ejecutar” políticamente al presidente Arbenz, ya no dejan ni la menor duda acerca de lo ocurrido.
Y, lógicamente, cuando los Estados Unidos para justificar el movimiento “de Liberación” por ellos concebido y ejecutado contra el régimen del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, promueven una escandalosa propaganda mundial, en la que representaban a la pequeña Guatemala como una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos y extensivamente a la del continente americano; cuando promocionan a su vez el fondo hollywoodesco de la X Conferencia de Cancilleres de la OEA en Caracas, la que dimensiona el servilismo de los regímenes latinoamericanos ante el poder de la potencia norteña, dan también la pauta en el que el “Caso Guatemala”, sea conocido en el orbe.
Los roces de la potencia estadounidense con sus aliados Inglaterra y Francia, que conscientes del peligro que representaba la intervención en Guatemala quisieron objetarla, fueron rápidamente “alineados” y prácticamente maniatados para impedir su oposición en el seno de la ONU. Todo el entorno que ellos mismos montaron para demostrar al mundo “la bestialidad del régimen comunista guatemalteco”, convirtió la noticia de Guatemala en una noticia cubierta por todos los órganos de prensa del mundo. Ese mismo interés por superdimensionar la situación y la “liberación” de Guatemala por el Ejército de Liberación Nacional encabezado por el coronel Carlos Castillo Armas, formado, financiado, entrenado, armado y ordenado, por la CIA, se volvería contra ellos. El derrocamiento del gobierno del coronel Árbenz fue amplificado por la prensa estadounidense (la que había sido ‘preparada” por funcionarios de la United Fruit Company -UFCO-, del Departamento de Estado y de la CIA), lo que nuevamente permitió que el mundo conociera de cómo el “Ejército de Liberación, apoyado por el pueblo de Guatemala, se había liberado del comunismo internacional”.
La América Latina, por lo menos fue inundada de propaganda generada por la CIA, en la que se relataba de la exitosa rebelión encabezada por Castillo Armas y la brutalidad del régimen comunista guatemalteco. Así, el 3 de Julio de 1954 el “Libertador” de Guatemala hizo su triunfal arribo a ella, en un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, acompañado del embajador Peurifoy. El hombre de la CIA y de la UFCO era inmediatamente nombrado Presidente de la Junta de Gobierno.
Las celebraciones de los liberacionistas, eran acompañados de la persecución y encarcelamiento de miles de guatemaltecos que llenaban las cárceles en todas partes del país. La euforia y el júbilo por la conquista del poder y el triunfo sobre el Ejército Nacional, mismo que había traicionado sus deberes constitucionales amedrentado por la prepotencia de Peurifoy, quien extendiera a los círculos militares la amenaza de que, de ser derrotados los liberacionistas, serían fuerzas estadounidenses las que se encargarían de liquidar al “comunista” Arbenz, les llevó a planificar el “Desfile de la Victoria”, acto en el que honrarían a sus líderes.
Este grave error provocaría la acción de los Cadetes, apenas 30 días después de la explosión de júbilo liberacionista. Sabido de que el Ejército de Liberación, que desfilara durante las ceremonias preparadas para el 1 de Agosto, serían concentradas en el Hospital Roosevelt, el cabo Barzanallana tomaría la decisión de que sería en la madrugada del día 2, que se atacarían sus fuerzas. El espíritu de dignidad, de amor patrio, profundamente nacionalista de los cadetes lavaría con su sangre la afrenta a la Dignidad Nacional y a la Soberanía de Guatemala, atropellada por la velada intervención de la potencia estadounidense representada por sus acólitos del Ejército de Liberación”.
Un disparo que rompiera el silencio de la madrugada del 2 de Agosto de 1954, marcaba el inicio de la “Batalla que no registra la Historia”, como la calificara una revista centroamericana editada en Costa Rica, en la que los Caballeros Cadetes, acompañados de la tropa de su Escuela, que en un número de 160 elementos, atacaba suicidamente a un contingente que escudado en el edificio del aún no inaugurado Hospital Roosevelt, contaba con 1,200 elementos apropiadamente armados.
La afrenta al orgullo liberacionista, aún no salido de la euforia de su manifestación de victoria, tuvo su máxima expresión en el mercenario piloto estadounidense Jerry DelArm, quien en su rapidísimo (para la época) aparato, P-47 uno de los proporcionados por el gobierno de los Estados Unidos para apoyar los bombardeos a ciudades guatemaltecas, pasara ametrallando las filas politécnicas.
El símbolo de la acción reivindicadora del orgullo y la Dignidad Nacional, lo seria el sacrificio del Sargento 2°. abanderado Jorge Luis Araneda quien cayera alcanzado por las balas de aquellos que habían traicionado su patria y amparados en un poder extranjero, invadido el territorio nacional. Ya en la madrugada, antes de salir de la Escuela, el Sargento Araneda había dado muestras de su heroísmo, cuando al haber sido marginados los cadetes de 5º año, por estar a 29 días de graduarse, rechazara esa consideración de sus hermanos politécnicos expresando: “A donde va la Escuela, va su bandera y adonde va la bandera voy yo”.
La batalla se prolongaría por todo el día, entre las idas y venidas de aquellos que veían que lo alcanzado a través del apoyo estadounidense y de la CIA se derrumbaba por la “acción irreflexiva, inspirada por los comunistas” de los Caballeros Cadetes de la Escuela Politécnica y que deseaban parlamentar para detenerla.
La Base Militar de la Aurora, comprendiendo la responsabilidad que las Fuerzas Armadas deberían de tomar, al ver .que eran los cadetes quienes libraban la batalla que ellas debieran de haber librado, apoyó con armamento y una compañía de fusileros la acción de los politécnicos. La tregua que se había alcanzado para dar lugar a que los negociadores (encabezado un bando por el Capellán de la Liberación monseñor Rossell Arellano, quien aparentaba el papel de mediador), se vio rota al cumplirse el plazo dado por los cadetes para la rendición de los efectivos liberacionistas.
El estruendo del cañón, marcó el inicio del ataque que tuviera como fin la rendición de quienes apenas horas antes eran señalados como los libertadores de Guatemala.
La noticia volvió a recorrer el mundo, quien veía como la “Operación PBSUCCSSES” (Operación Éxito”) orquestada por el Gobierno de los Estados Unidos, a través de la CIA, era derrotada por quienes la prensa belga (Le Soir 3 de Agosto de 1954) calificaría como “Los Héroes de Quince Años”.
Sin dimensionar el alcance de la gesta, los politécnicos regresaron a su Escuela, sin entender aún que ese día con su heroico acto, “habían derrotado a la CIA estadounidense”.
Colofón: La inocencia política de quienes, no solamente promediaban 16 años de edad, sino con una formación totalmente apolítica, dio paso a la traición del primado de la Iglesia Católica guatemalteca, quien había solicitado “la directa intervención de los Estados Unidos”, y quien promoviera un pacto que posteriormente violara provocando el encarcelamiento de los cadetes y el exilio de un grupo de nueve de ellos.
El 18 de Junio de 1,954, 250 hombres armados, entre guatemaltecos, soldados de fortuna extranjeros y centroamericanos, invadían nuestra frontera desde Honduras. Después de quince días de una campaña de divulgación y amedrentamiento, orquestada desde la misma Embajada de los Estados Unidos por el Embajador John Peurifoy, el 3 de julio entraba triunfal el “Ejército de Liberación”, representado por su máximo líder Coronel Carlos Castillo Armas, quién había sido escogido por el Departamento de Estado, la CIA estadounidense y la United Fruit Company, para comandar las “fuerzas que liberarían del comunismo” a nuestra Patria.
A cuarenta y ocho años de distancia de aquellos ‘malhadados días, mucha tinta ha corrido, permitiendo proyectar luz sobre un hecho que fue durante muchos años prácticamente oculto. Sin embargo, estudiosos e investigadores, especialmente estadounidenses, han empleado tiempo revisando los documentos que amparan la verdad del “régimen comunista” del Coronel Arbenz, De Pietro Gleijeisses y la Universidad de Princenton; Cdiehelsky Marta y la Universidad de Columbia, Stephen Schlessinger y Stephen Kinser R Inmmermau; Universidad de Texas; a través de las biografias de Eisenhower; de Peunofoy; de Thomas Mcann, el relacionista de la UFCO encargado de la campaña contra el gobierno de Arbenz, quien escribe un libro llamado “Una compañía americana, La Tragedia de la United Fruit Company”; de la publicación del Le Monde francés del 4 de agosto de 1,954 que identifica “la presencia invisible” de los Estados Unidos detrás del “Pequeño Coronel Guatemalteco”, nombre con el que aparece el artículo en cuestión, en su primera página; de las confesiones de los agentes Haney y Hunt de la CIA en una entrevista con Night Line de la TV estadounidense y más tarde como escritores.
De los 3.000.000 de acres de tierra que la United Fruit Company poseía, solamente sembraba 139,000, datos que de por si justifican uno de los programas del gobierno de Arbenz y reactualizado en el presente período. El poder de la compañía frutera iba en aumento. A la par de su influencia política que dio lugar al mote de “El pulpo”, ya que eran dueños de la Tropical Radio and Telegraph; de la “Gran Flota Blanca” que los convertía en la única compañía que podía transportar carga marítima a los Estados Unidos y, “para cerrar el circulo”, de la International Raiways of Central América “la IRCA que ejercía el mismo monopolio en el transporte terrestre hacia Puerto Barrios, en el Atlántico, el que también controlaban.
El trabajo especialízado de Thomas McCann, tendría un propósito específico: convencer al mundo de que “una cabeza de playa del comunismo” se establecía en Guatemala. Llegado al poder Eisenhower, John Foster Dulles es nombrado Secretario de Estado y su hermano Allen Director de la poderosa CIA. Este “círculo de fuego” se completa con el General Cutler Director del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, John McCoy Alto Comisionado para Alemania y luego presidente del Banco Mundial; los hermanos Cabot Lodge, uno Sub-Secretario de Estado para la América Latina y el otro, el embajador de su país en la ONU y Ed Withrnan, esposa del Relacionista de la UFCO, secretaria personal de Eisenhower. Todos ellos en estrecha relación con la Uníted Fruit Cornpany.
Cada uno de los autores aporta el producto de sus investigaciones. Pietro Gtejeisses , a quien le llevara lO años el recopilar material y el único entre ellos que cuenta entre sus fuentes a la gubernamental guatemalteca, deja en claro y con documentación suficiente el ambiente traición que prevalecía entre la cúpula militar, especialmente la de los coroneles Carlos Enrique Diaz Jefe de las Fuerzas Armadas (quién sucediera al Coronel Arhenz), José Angel Sanchez Ministro de la Defensa; Enrique Parinello de León Jefe del Estado Mayor, el Comandante de la Fuerza Aérea Luis Girón y el Presidente del Consejo Superior Carlos Sarti, quienes se reúnen el 27 de Junio en la casa del primero y toman la decisión de que “Jacobo debe irse”.
En refuerzo de esa decisión, que había sido antecedida por la entrevista entre el canciller Toriello y el Embajador de los Estados Unidos, durante la cual el canciller por su propia inciativa le peguntaba “que si era aceptable para él, el que Arbenz fuera reemplazado por una junta militar que no fuera encabezada por Castillo Armas, añadiendo que si Washington lo decidiera, el renunciaría, reiterándole el hecho de que siempre habla sido muy anticomunista”.
Ni lerdo ni perezoso, Díaz se comunicaba ese mismo momento, pidiéndole al Embajador Peurifoy una reunión urgente, El embajador vio la oportunidad para inclinar la balanza definitivamente, a una situación en la que tardanza jugaba en contra de los intereses de los estadounidenses, ya que la ONU había enviado una comisión que comprobaría “in situ” la invasión. El mismo embajador Peurifoy se apersona en la casa de Díaz, haciéndose acompañar de los coroneles Martin y MacComiick y del subjefe de misión.
Díaz, quién llevaba la voz cantante, le indicó que ellos forzarían a Arbenz a renunciar que él seria el Presidente y que se comprometían a declarar ilegal al Partido Comunista y exilar a sus líderes, Que lo único que pedían era que, habiendo sido abierta una comunicación “directa entre Washington y Guatemala, ya no les era necesario seguir apoyando a Castillo Armas, que Guatemala seria estable, anticomunista y pro americana, Mañosamente Peurifoy les respondió que lo primero lo aceptaba, que lo segundo “lo discutirían después”, después que nunca llegaría.
En realidad, esta parte de la historia nacional, la cual nos ha sido prácticamente cercenada, se convierte en apasionante cuando nos adentramos en su investigación y en la medida en que documentos oficiales de los países que intervinieron en el conflicto se han hecho públicos
Urgidos por Peurifoy a actuar inmediatamente “para evitar que los comunistas huyan” se dirigieron a Casa Presidencial. Arbenz tenía fama dentro de las filas de las Fuerzas Armadas de ser un oficial con altas cualidades unidas, valiente, además, poseedor de un recio carácter, lo que hacía temer al Coronel Carlos Enrique Díaz la reacción del presidente; así que instruyó a otro traidor, el Coronel José Ángel Sánchez, ya que eran considerados los mejores amigos de Arbenz, a que si no salían en un tiempo prudente usaran la artillería.
La soledad del presidente, rodeado de traidores, en donde el Coronel Monzón y el Coronel Dubois jugaban sus propias cartas y sus “amigos”, unos ya se había asilado, como Aldana Sandoval y otros complotaban contra él, lo hizo derrumbarse ante la zalamera farsa de Díaz quién expresó las intenciones de Peurifoy, no las propias, prometiendo que haría pública su renuncia a las 9 p.m.
La tragedia que viviera Guatemala desde que la iglesia Católica fuera utilizada por los Estados Unidos para dividir la población, polarización que se mantiene aún hasta nuestros días, es iniciada por la “solicitud” del cardenal Spelllman de Chicago, quién se comprometió seriamente después, en los turbios negocios del Banco Lambrosiano, para que apoyase el movimiento de la Liberación, solicitud que fuera prontamente respondida por Rossell, quien el 9 de abril manda leer en cada iglesia del país su famosa Pastoral, en la que prácticamente invita al pueblo guatemalteco a rebelarse contra el enemigo de Dios y del país. Pastoral que es publicada por los periódicos de oposición, radios, radioperiódicos etc.
La inmovilidad en que había caído la invasión antes de la “traición de los Coroneles”, preocupaba a Peurifoy que no comunicaba avances al propio Departamento de Estado. y también al prelado fanático, quién el 21 de Junio se había dirigido al Embajador Peurifoy solicitando la “directa intervención de los Estados Unidos”.
Guatemala desde entonces ha estado dando tumbos en un trágico va y viene, con la oposición de los que “van o de los que vienen”, negándosele a su pueblo la posibilidad de acceder al beneficio de sus riquezas. A pesar de la importancia que estos jirones de nuestra historia tienen para el país, su conocimiento no es patrimonio de su población, no lo es siquiera motivo para que en nuestros libros de texto se exponga, que esta tragedia de la que no acaba de “salir” nuestro pueblo, es consecuencia directa de él, Menos aún lo es el considerado como “el último hecho de este ciclo nacional” y que ha sido declarado por el Congreso de la República como Día de la Dignidad Nacional”.
El día que la CIA fuera derrotada
Una nueva y más amplia dimensión ha sido añadida a la ya heroica gesta que la Compañía de Caballeros Cadetes del 2 de Agosto de 1954 escribiera en los campos del Roosevelt. La extensa bibliografía que relata los entretelones de la intervención estadounidense en Guatemala, los documentos desclasificados, los testimonios de actores entre ellos agentes de la CIA y las mismas biografías, tales como las del presidente Eisenhower, la de John Foster Dulles y el mismo John Peurifoy el específicamente Embajador enviado por la administración estadounidense a “ejecutar” políticamente al presidente Arbenz, ya no dejan ni la menor duda acerca de lo ocurrido.
Y, lógicamente, cuando los Estados Unidos para justificar el movimiento “de Liberación” por ellos concebido y ejecutado contra el régimen del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, promueven una escandalosa propaganda mundial, en la que representaban a la pequeña Guatemala como una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos y extensivamente a la del continente americano; cuando promocionan a su vez el fondo hollywoodesco de la X Conferencia de Cancilleres de la OEA en Caracas, la que dimensiona el servilismo de los regímenes latinoamericanos ante el poder de la potencia norteña, dan también la pauta en el que el “Caso Guatemala”, sea conocido en el orbe.
Los roces de la potencia estadounidense con sus aliados Inglaterra y Francia, que conscientes del peligro que representaba la intervención en Guatemala quisieron objetarla, fueron rápidamente “alineados” y prácticamente maniatados para impedir su oposición en el seno de la ONU. Todo el entorno que ellos mismos montaron para demostrar al mundo “la bestialidad del régimen comunista guatemalteco”, convirtió la noticia de Guatemala en una noticia cubierta por todos los órganos de prensa del mundo. Ese mismo interés por superdimensionar la situación y la “liberación” de Guatemala por el Ejército de Liberación Nacional encabezado por el coronel Carlos Castillo Armas, formado, financiado, entrenado, armado y ordenado, por la CIA, se volvería contra ellos. El derrocamiento del gobierno del coronel Árbenz fue amplificado por la prensa estadounidense (la que había sido ‘preparada” por funcionarios de la United Fruit Company -UFCO-, del Departamento de Estado y de la CIA), lo que nuevamente permitió que el mundo conociera de cómo el “Ejército de Liberación, apoyado por el pueblo de Guatemala, se había liberado del comunismo internacional”.
La América Latina, por lo menos fue inundada de propaganda generada por la CIA, en la que se relataba de la exitosa rebelión encabezada por Castillo Armas y la brutalidad del régimen comunista guatemalteco. Así, el 3 de Julio de 1954 el “Libertador” de Guatemala hizo su triunfal arribo a ella, en un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, acompañado del embajador Peurifoy. El hombre de la CIA y de la UFCO era inmediatamente nombrado Presidente de la Junta de Gobierno.
Las celebraciones de los liberacionistas, eran acompañados de la persecución y encarcelamiento de miles de guatemaltecos que llenaban las cárceles en todas partes del país. La euforia y el júbilo por la conquista del poder y el triunfo sobre el Ejército Nacional, mismo que había traicionado sus deberes constitucionales amedrentado por la prepotencia de Peurifoy, quien extendiera a los círculos militares la amenaza de que, de ser derrotados los liberacionistas, serían fuerzas estadounidenses las que se encargarían de liquidar al “comunista” Arbenz, les llevó a planificar el “Desfile de la Victoria”, acto en el que honrarían a sus líderes.
Este grave error provocaría la acción de los Cadetes, apenas 30 días después de la explosión de júbilo liberacionista. Sabido de que el Ejército de Liberación, que desfilara durante las ceremonias preparadas para el 1 de Agosto, serían concentradas en el Hospital Roosevelt, el cabo Barzanallana tomaría la decisión de que sería en la madrugada del día 2, que se atacarían sus fuerzas. El espíritu de dignidad, de amor patrio, profundamente nacionalista de los cadetes lavaría con su sangre la afrenta a la Dignidad Nacional y a la Soberanía de Guatemala, atropellada por la velada intervención de la potencia estadounidense representada por sus acólitos del Ejército de Liberación”.
Un disparo que rompiera el silencio de la madrugada del 2 de Agosto de 1954, marcaba el inicio de la “Batalla que no registra la Historia”, como la calificara una revista centroamericana editada en Costa Rica, en la que los Caballeros Cadetes, acompañados de la tropa de su Escuela, que en un número de 160 elementos, atacaba suicidamente a un contingente que escudado en el edificio del aún no inaugurado Hospital Roosevelt, contaba con 1,200 elementos apropiadamente armados.
La afrenta al orgullo liberacionista, aún no salido de la euforia de su manifestación de victoria, tuvo su máxima expresión en el mercenario piloto estadounidense Jerry DelArm, quien en su rapidísimo (para la época) aparato, P-47 uno de los proporcionados por el gobierno de los Estados Unidos para apoyar los bombardeos a ciudades guatemaltecas, pasara ametrallando las filas politécnicas.
El símbolo de la acción reivindicadora del orgullo y la Dignidad Nacional, lo seria el sacrificio del Sargento 2°. abanderado Jorge Luis Araneda quien cayera alcanzado por las balas de aquellos que habían traicionado su patria y amparados en un poder extranjero, invadido el territorio nacional. Ya en la madrugada, antes de salir de la Escuela, el Sargento Araneda había dado muestras de su heroísmo, cuando al haber sido marginados los cadetes de 5º año, por estar a 29 días de graduarse, rechazara esa consideración de sus hermanos politécnicos expresando: “A donde va la Escuela, va su bandera y adonde va la bandera voy yo”.
La batalla se prolongaría por todo el día, entre las idas y venidas de aquellos que veían que lo alcanzado a través del apoyo estadounidense y de la CIA se derrumbaba por la “acción irreflexiva, inspirada por los comunistas” de los Caballeros Cadetes de la Escuela Politécnica y que deseaban parlamentar para detenerla.
La Base Militar de la Aurora, comprendiendo la responsabilidad que las Fuerzas Armadas deberían de tomar, al ver .que eran los cadetes quienes libraban la batalla que ellas debieran de haber librado, apoyó con armamento y una compañía de fusileros la acción de los politécnicos. La tregua que se había alcanzado para dar lugar a que los negociadores (encabezado un bando por el Capellán de la Liberación monseñor Rossell Arellano, quien aparentaba el papel de mediador), se vio rota al cumplirse el plazo dado por los cadetes para la rendición de los efectivos liberacionistas.
El estruendo del cañón, marcó el inicio del ataque que tuviera como fin la rendición de quienes apenas horas antes eran señalados como los libertadores de Guatemala.
La noticia volvió a recorrer el mundo, quien veía como la “Operación PBSUCCSSES” (Operación Éxito”) orquestada por el Gobierno de los Estados Unidos, a través de la CIA, era derrotada por quienes la prensa belga (Le Soir 3 de Agosto de 1954) calificaría como “Los Héroes de Quince Años”.
Sin dimensionar el alcance de la gesta, los politécnicos regresaron a su Escuela, sin entender aún que ese día con su heroico acto, “habían derrotado a la CIA estadounidense”.
Colofón: La inocencia política de quienes, no solamente promediaban 16 años de edad, sino con una formación totalmente apolítica, dio paso a la traición del primado de la Iglesia Católica guatemalteca, quien había solicitado “la directa intervención de los Estados Unidos”, y quien promoviera un pacto que posteriormente violara provocando el encarcelamiento de los cadetes y el exilio de un grupo de nueve de ellos.
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