25 de enero de 2008

Operación galaxia ( parte tres)



Por:Oscar Fernández
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Huehuetenango. Por la historia que estoy por describir y porque estuve a punto de morir por un balazo de un irresponsable, borracho y esbirro asesino. No cabe la menor duda de que alguien está interesado en que cumpla con el propósito y destino que tengo marcado…eso es África. El continente negro.

Un enorme agujero de proporciones ciclópeas se encuentra localizado a 35 kilómetros de la cabecera municipal de Nentón. La fase de recorrido de camino de tierra nos lleva a la comunidad de Trinidad, allí se deja el jeep de doble tracción y se contrata un guía recomendado.

Comenzamos la caminata cuesta arriba por un sendero. Se hizo pesado el trayecto por el peso de las mochilas y avituallamientos que cargamos en nuestras espaldas. Estaba acompañado de dos jóvenes fuertes. Los tres podíamos con todo.

Para mi fortuna el equipo que teníamos era completo, mi padre que era un entusiasta aventurero y le fascinaba recorrer regiones, había comprado en los años de bonanza todo un equipo de la época y ahora me estaba sirviendo.

Nuevamente tres compañeros mosqueteros y un cuarto en fila seguíamos la brecha que abría el indio pache y fortachón que servía de guía, era un hombre de treinta años, curtido por el sol y el viento…si entendía perfectamente de los valles y las campiñas, de mirada aguda y de ojos oscuros rojizos, inyectados por el frío o el odio de ancestrales tiempos, un personaje que representaba a cabalidad su papel.

Pascal, calculador, siempre estaba en control, por cierto siempre admiré esa cualidad. Carlos, aguerrido, impulsivo, de mente abierta y pragmática…jamás apuntaba nada. Y quién escribe está historia, Oscar (el poeta) soñador, despistado, taciturno y alejado completamente de la realidad de vida…pero transparente como nadie y honesto a la fecha. Su círculo de amigos le dicen “haz muerto al pié de la fortuna” la verdad me han ofrecido negocios que llevan el sello de la ventaja y posible estafa, siempre intento rechazar ese cuento de la olla de oro al final de un arco iris… La única forma de hacer fortuna es con trabajo, perseverancia y creo que cuenta de vez en cuando una dosis de fe y suerte.

En esa época comenzaba a adquirir el hábito de la lectura, recuerdo que mi autor preferido era Caridad Bravo Adams, me leí casi toda su obra, es un género Romántico lleno de aventuras, al día de hoy treinta años después sin presumir, me parece que ya he leído más de mil libros, algunos los he repetido hasta tres veces… un ejemplo “Forever Ambar” por cierto se los recomiendo… tiene más de 2500 páginas impresas… y el contenido es interesantísimo, se ambienta al siglo XVI en Inglaterra, White Holl entre la aristocracia y la monarquía, plagada de intrigas y lucha por el poder. Pero debo de reconocer que mi Talón de Aquiles es la ortografía, por cierto es otra de mis clases impuestas en mi Universidad en casa.

El sendero que nos llevaba al lugar, permitía apreciar un paisaje hermoso, una campiña de película, parecidas a días de otoño en Suiza, joyas perdidas entre colosales montañas y campesinos trabajando la tierra, ganado pastando diseminados en la pradera vista desde la montaña arriba que ascendíamos… el clima gélido nos anunciaba que iba a ser una tarde fría y una noche de estrellas danzado alegremente en el cielo vestidas de fiestas… ese espectáculo jamás me lo perdería.

Nuestro guía, un indio de la región, fuerte como un tigre, ágil como una gacela De monte y con visión de águila, alcanzaba distancias que nos sorprendió, pero lo diestro para usar la colima si nos apantalló, me recordó a los ejércitos romanos, creo que de haber nacido en alguna tierra conquistada por Roma, su vocación natural hubiese sido un Centurión.

Supimos por él, de dos aldeas cercanas al lugar donde era nuestro destino. Guaxacana y Gracias a Dios. Pero la idea era que conociéramos datos importantes por si en algún momento uno de nosotros se perdía. La verdad, un tipazo y un profesional como pocos. Nos cobró 20 quetzales por la travesía, al principio pareció caro pero después la brecha se hizo corta y justificó su valor. Un comentario me llamó la atención “La selva a veces se traga a incautos visitantes”.

Continuará...

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